En 1760, al escribir sus relaciones menciona que, al pie del camino de Rokna a Shiquin, hoy calle “28 de julio”, en Rarama o Tapac Rarama, hoy barrio de Rokna, don Santiago Cortez del Riojo, un caballero español, habíase hospedado “en casa de una vieja largota tenida por hechicera y a la que acompañaba una linda joven, que no quiso decir cómo se llamaba y a la que don Santiago Cortez del Riojo acariciaba y colmaba de regalos llamándola ¡Ah hija!, ¡Ah hija!, que de tanto repetirse, según el cura Quijano, habría sido la causa de que se tomase como nombre propio del lugar por lo que se habría bautizado al pueblo español con el nombre de Aija”. Esta misma opinión la difundió el Dr. Santiago Antúnez de Mayolo, pero no convence por ser versión casi romántica y sentimental. Pues, don Santiago Cortez del Riojo, como todo español influenciado con lo árabe, idiomáticamente, la habría llamado Aixa a tal bella joven, sin recelo ni requiebres, y no ¡Ah hija! Que más es expresión cariñosa de una madre o de un padre que tiene compasión de su hija por alguna situación feliz o fatal que le toca afrontar. Mas no es la de un enamorado español que era imponente, terco, prepotente y abusivo. Sabido es que los españoles, durante la Conquista y el Virreinato, sin respeto ni consideración alguna a nuestra raza, tomaban a las peruanas como cualquier hembra, sin manifestaciones líricas ni románticas, o sea sin amor ni enamoramiento. Por lo que se descarta totalmente esta opinión.
15/5/10
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